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LOS WOMEN'S COLLEGES NORTEAMERICANOS

LOS WOMEN'S COLLEGES NORTEAMERICANOS

Cornelia M. Clapp (1849-1934) fue profesora en el Mount Holyoke, uno de los "women's colleges" norteamericanos

El acceso de las mujeres norteamericanas al quehacer científico regulado comenzó a mediados del siglo XIX, y se desarrolló paralelamente a la profesionalización de la ciencia en EE. UU., teniendo ambos procesos tres periodos: uno anterior a 1880, otro entre 1890 y 1910, y el tercero con posterioridad a esta fecha. Antes de 1880, algunas mujeres ingresaron en organizaciones científicas y desarrollaron trabajos en museos y observatorios (por ejemplo, la entomóloga y botánica Mary Treat*). Durante las décadas siguientes se produciría una creciente incorporación de mujeres con estudios científicos superiores, a los cuales pudieron acceder con mayor facilidad en las recién fundadas universidades para mujeres.

Las universidades femeninas norteamericanas o women's colleges fueron creadas específicamente para proporcionar una formación superior a las mujeres de las clases medias y altas.  Muchos de ellos destacaron por el nivel de los estudios que ofrecían y por sus inversiones en aparatos científicos para la formación de las alumnas. Uno de los más antiguos fue el Vassar College, donde Helen Dean King obtuvo su graduación de estudios secundarios en 1892. En relación con los estudios de biología, el más importante fue el Bryn Mawr College de Filadelfia, uno de los más avanzados de los Estados Unidos, que otorgaba el grado de doctor y proporcionaba becas de residencia para la escolarización y graduación de alumnas sin recursos económicos. En él se doctoraron Helen Dean King (1901), Nettie Maria Stevens (1903) y Alice Middleton Boring (1910).

Los women's colleges contaron asimismo con publicaciones propias, disponibles para los trabajos de investigación de las profesoras -generalmente antiguas alumnas de los mismos centros. Entre las publicaciones fueron importantes el "Vassar Collage Studies in Astronomy" y el "Wellesley Collage Studies in Psychology", y, en el campo de la biología, el "Bryn Mawr College Monographs". Esta última colección publicó entre 1901 y 1926 investigaciones pioneras, como las de Thomas H. Morgan (profesor en el Bryn Mawr entre 1891 y 1904), Nettie M. Stevens, Helen D. King, Lillian V. Sampson, Alice M. Boring y Florence Peebles, muchos escritos de la eminente Charlotte Scout y sus estudiantes de matemáticas y físicas, y varios volúmenes del trabajo sobre psicología y óptica fisiológica de Gertrude Rand y su marido C. E. Ferree, que fueron grandes figuras de sus especialidades.

La situación fue cambiando a partir de 1910, cuando la reacción masculina contra una incipiente "feminización" de la ciencia, con la excusa de la "profesionalización", terminó por conseguir la exclusión de las mujeres de prácticamente todas las posiciones importantes o visibles en la ciencia. La imposición de barreras artificiales que trataban de impedir el acceso de las mujeres en nombre de los "altos standards" hizo que las científicas que participaban en la mayoría de las áreas tuvieran que quedarse en posiciones subordinadas, casi invisibles y específicamente designadas. No es extraño, pues, que el trabajo científico de mujeres como Estrella Eleanor Carothers*, Ethel N. Browne*, Evis Howard Berry* o Frieda Cobb* quedara restringido e invisibilizado debido a las escasas posibilidades de promoción profesional. A pesar de ello, algunas de las científicas consiguieron trabajar en las instituciones mixtas. Este fue el caso de Helen Dean King*, quien en 1927 (¡a la edad de 58 años!) llegó a ser profesora titular de embriología en el Wistar Institute of Anatomy and Biology de Filadelfia (donde había empezado a trabajar como "asistente" en 1908), y el de Barbara McClintock*, que en 1927 era asistente en el departamento de botánica de la Cornell University, aunque no consiguió un puesto permanente hasta 1941 en Cold Spring Harbor (con "sólo" 39 años). Con anterioridad, sólo algunas "pioneras" consiguieron puestos remunerados de trabajo científico. Este fue el caso de Ida Henrierra Hyde*, que en 1898 obtuvo un puesto permanente en la universidad de Kansas, y en 1905 (con 48 años) consiguió ser jefe del recién creado departamento de Fisiología de la misma universidad; posiblemente fue la primera mujer en un puesto semejante en las universidades estatales americanas.

La primera generación de mujeres que estudiaron en los colleges crearon una extensa red de apoyo que facilitó la incorporación a la ciencia de la siguiente generación. Esta red incluyó la provisión de becas, tanto para estudiar en los colleges como para realizar estancias en laboratorios de investigación y universidades europeas, y la concesión de premios de investigación para mujeres. Asimismo, la mayoría de las primeras estudiantes, después de realizar sus propios trabajos de investigación, pasaron con el tiempo a ser profesoras en los mismos colleges, de manera que los logros obtenidos por cada generación de mujeres fueron invertidos en mejorar la formación de la siguiente.

Bibliografía

Grinstein, Louise S.; Biermann, C. A.; Rose, R. K. Women in the Biological Sciences. A Bibliography Sourcebook.  Westport, Connecticut/London: Greenwood Press; 1997.

Ogilvie, Marilyn Bailey. Women in Science; Antiquity through the Nineteenth Century. A Biographical Dictionary with Annotated Bibliography. Cambridge, Mass.: The M.I.T. Press; 1993.

Rossiter, Margaret W. a) Women scientists in America; Struggles and Strategies to 1940. Baltimore/London: The John Hopkins University Press; 1992. b) Women Scientists in America. Before Affirmative Action, 1940-1972. Baltimore/London: The Johns Hopkins University Press; 1995.

Página web del Marine Biological Laboratory de Woods Hole (Mass.): http://www.mbl.edu/

2 comentarios

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El aporte de las mujeres en la ciencia ha sido significativo sin embargo llevo algun tiempo el que las mujeres pudieran ingresar en organizaciones científicas donde cumpliar labores importantes.

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To make good use of life one should have in youth the experience of advanced years, and in old age the vigor of youth. (Stanislars I, Polish king)